1) Ventajas:
Porque tiene grandes ventajas para nuestro país, dado que
permite a los empresarios colombianos entrar al mercado más grande del mundo.
Porque países similares al nuestro ya han firmado o están
firmando tratados con Estados Unidos, lo que supone que nuestros productos no podrán
competir con los de ellos y nos estaríamos marginando.
Porque es el país que compra más productos colombianos,
lo cual genera empleo e ingresos para nuestro país.
Porque nos ha otorgado preferencias derivadas de la lucha contra el narcotráfico a través de la llamada Ley Andina de Preferencias Arancelarias y Erradicación de
la Droga (ATPDEA), que permite que más de seis mil productos
entren libremente a su país, pero sólo hasta el 31 de diciembre del 2006. De
ahí en adelante, éstos tendrán que pagar nuevamente gravámenes arancelarios.
Con un tratado de libre comercio la entrada sin el pago de
gravámenes arancelarios podría ser permanente.
Porque Colombia necesita reemplazar la caída de las ventas (exportaciones) hacia los países vecinos con ventas a mercados
grandes, dinámicos, con alta capacidad de compra y de acceso a nuestros bienes.
Porque debemos buscar que otros productos, distintos
al café y al petróleo, los cuales Colombia ha vendido tradicionalmente al
exterior, tengan un mercado permanente y sin barreras para generar más empleo y
bienestar a la población.
En cualquier negociación se corren riesgos, puede haber empresas ganadoras y perdedoras, pero
para ello cada país cuenta con un grupo de negociadores bien preparados que
intercambian propuestas y discuten teniendo en cuenta el bienestar de sus
empresarios, de su población y del país en general.
Colombia dispone de ventajas naturales en muchos
productos y ventajas adquiridas en la producción de otros. Quienes los producen
con esas ventajas resultan ganadores. También lo son aquellos que se preparan
oportunamente para mejorar sus productos, es decir, para fabricarlos con mayor
eficiencia, más calidad, mejor tecnología y precios competitivos. Son quienes cambian
incluso su mentalidad para competir a nivel mundial y logran la certeza de que
con los cambios apropiados pueden encarar la competencia en los mercados
externos y en el propio mercado doméstico.
Desventajas:
Son aquellos que siendo conscientes de que sus empresas o sistemas de producción se pueden modernizar, mejorar su calidad y eficiencia, no hacen nada para solucionarlo y siguen produciendo de la misma manera; en este caso la gente preferirá comprar un producto con mejor calidad y a un mejor precio.
Sin duda, no es fácil entender que se quiera adelantar negocios con países que son poderosos y ricos, como Estados Unidos. El refrán que dice: "El pez grande se come al chico", es el que más viene a la mente de las personas, pero también existe aquella historia en que David mató a Goliat, que es la parte contraria. En un tratado de libre comercio, ninguna de las dos cosas es cierta, se trata de una negociación en donde los países buscan intereses comunes y llegan a acuerdos que protejan y busquen mejorar el bienestar de la población.
2) El
año pasado el precio del dólar inicio en $1,926.83 y fue descendiendo hasta
junio con un mínimo histórico de $1,848 aumentando progresivamente su precio
hasta el tope máximo en los meses de noviembre-diciembre.
En la última jornada del año el dólar abrió a un precio promedio de $2.397,40, lo que significa $18,84 más que la Tasa Representativa del Mercado que rigió para ese día y que fue de $2.378,56. Su ultimo precio de apertura fue de $2.393 y se ha negociado a un montó máximo $2.402 y un mínimo de $2.387,50. En casas de cambio se consigue hoy la moneda norteamericana a $2.120 para la compra y $2.150 para la venta, pero muchas comercializadoras de divisas llegaron a venderlo en $1.700.
En la última jornada del año el dólar abrió a un precio promedio de $2.397,40, lo que significa $18,84 más que la Tasa Representativa del Mercado que rigió para ese día y que fue de $2.378,56. Su ultimo precio de apertura fue de $2.393 y se ha negociado a un montó máximo $2.402 y un mínimo de $2.387,50. En casas de cambio se consigue hoy la moneda norteamericana a $2.120 para la compra y $2.150 para la venta, pero muchas comercializadoras de divisas llegaron a venderlo en $1.700.
Las razones son múltiples. La más visible y
contundente es la caída en el precio mundial del petróleo y el deterioro en
algunos precios de las materias primas que exporta la región.
Adicionalmente la cautela de la Reserva Federal de Estados Unidos para no
frustrar la reanimación de la economía norteamericana también influirá y
generará nerviosismo entre los operadores del mercado cambiario.
"No es para desatar pánico y mucho menos
cambios erráticos como los ocurridos en el último bimestre de 2014, pero el
arranque de 2015 será de bastante inestabilidad. Las noticias que llegan de
Europa y Japón indican que en esa parte del mundo se hará todo lo que esté al alcance
de las autoridades para aumentar la liquidez y reimpulsar el crecimiento
económico, que mostró un costoso letargo en los últimos años", comentó la
analista económica Angélica Moran Castañeda.
Según Izhak Kempowsky, analista económico de
Acciones y Valores el dólar estará al alza en el primer semestre de este año,
sin embargo, la moneda estadounidense presentará una estabilización para
el segundo semestre con un precio promedio de $2.300 después de junio. La
volatilidad seguirá igual que en el último bimestre de 2014, en donde se
presentaron apreciaciones de $50 ó $40 en una jornada. "permanentemente
el
comportamiento del dólar estuvo volátil y esto definitivamente marcará una tendencia alcista durante un año que será volátil".
comportamiento del dólar estuvo volátil y esto definitivamente marcará una tendencia alcista durante un año que será volátil".
3) La “cuestión
venezolana” volvió a saltar a los titulares de prensa la semana pasada en
virtud de un rifirrafe provocado por la decisión del presidente Juan Manuel
Santos de recibir en la Casa de Nariño al líder opositor del vecino país,
Henrique Capriles. Como ya es rutina cada vez que la cúpula del régimen
bolivariano se resiente de alguna decisión de la diplomacia colombiana,
insultos y amenazas saltaron la frontera. Términos grandilocuentes como
“puñalada a Venezuela” o “descarrilamiento de las buenas relaciones” fueron
seguidos de advertencias sobre la decisión de “evaluar la posibilidad cierta de
que podamos seguir siendo parte del proceso de paz”. Un aviso serio si se tiene
en cuenta que en ocasiones anteriores el gobierno chavista ya ha mostrado con
cuenta facilidad puede pasar de un apoyo entusiasta a las negociaciones para
terminar el conflicto interno a un soterrado boicoteo de cualquier perspectiva
de paz de común acuerdo con los sectores más fanáticos de la guerrilla.
A
medida que las aguas vuelven a su cauce, este conato de crisis debería ser
visto no tanto como fruto del azar o la mala fortuna sino más bien como una
señal de que las relaciones bilaterales están entrando en un periodo
turbulento. Como tantas veces pasa en política internacional, el aumento de la
inestabilidad entre Bogotá y Caracas tiene poco que ver con las personalidades
de los respectivos presidentes o con las habilidades de ambos cuerpos
diplomáticos y más bien es consecuencia de cambios en el escenario estratégico
que escapan al control de las partes. De hecho, en este caso, el origen del
problema descansa en la debacle hacia la que se dirige el chavismo. En otras
palabras, Venezuela está abocada a una crisis política y económica de
proporciones colosales y las relaciones con Colombia no podrán escapar de sus
efectos.
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